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Podemos modificar las fotos.

Hay fotos que tienen más valor por lo que esconden que por lo que muestran y, sin duda, esta es una de ellas.

A simple vista podemos distinguir a una niña mirando quizás a la playa, quizás al mar, o quizás más allá, hacia ese mundo que se esconde tras el horizonte.

Nunca podremos saber lo que estaba pensando en el momento en que se tomó la imagen, eso es algo que se quedará en la intimidad de su mente. No podremos saber si estaba pensando en algo que le ocurrió el día anterior, en los planes que tiene para esa misma tarde o si, por un casual, estaba imaginando lo qué va a hacer el día de mañana.

Por supuesto, no podremos modificar su pasado, ni siquiera su presente, pues ninguno de nosotros está ya allí, pero sí podemos influir en esa foto de alguna forma: podemos cambiar el futuro de la misma. Podemos conseguir que, esa niña, al pensar en los días que vendrán, nunca ponga barreras a sus pensamientos; que jamás tenga que elegir entre una opción u otra; podemos conseguir que su futuro no sea distinto por haber nacido niña o niño.

Ahí es donde nosotros, simples espectadores, podemos -y debemos- modificar la foto.

P.D.: Solo hay una cosa que no me gusta de esta imagen, y es que ella, la protagonista,  jamás podrá ver la parte más bonita del encuadre: esa que nos muestra una niña mirando a la playa, quizás al mar, quizás más allá…

Foto: Alberto Pérez.